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5 Cosas qué necesita tu planta (5/5)

Foto del escritor: TELABAG SASTELABAG SAS

"Calor: Las plantas crecen bien en un rango de temperatura óptima"


Introducción

El clima, que es más frío que el que las plantas pueden manejar, ralentiza los procesos de la vida en esas plantas y hace que finalmente se marchiten.

Las plantas adecuan su fisiología y morfología de acuerdo a su hábitat desarrollando adaptaciones. Por ejemplo, los árboles de coníferas se han aclimatado para crecer en climas fríos.

Del mismo modo, las plantas del desierto como los cactus se han acomodado para prosperar a altas temperaturas.

Las temperaturas apropiadas ayudan a las plantas a mantener sus procesos de crecimiento en un nivel óptimo. El rango correcto de temperaturas afecta la transpiración y ayuda a las plantas a mantener su contenido de agua.


La importancia del calor y la temperatura

En el desarrollo de las plantas es fundamental, ya que estos factores ambientales influyen en su crecimiento, desarrollo, reproducción y adaptación. Las plantas son organismos fotosintéticos que dependen de la luz solar para producir su propio alimento, pero también necesitan una temperatura adecuada para llevar a cabo procesos metabólicos óptimos.

El calor y el frío afectan a las plantas de diferentes maneras. En condiciones de calor extremo, las plantas pueden experimentar estrés térmico, lo que puede llevar a daños en las células y tejidos.

El estrés térmico puede desencadenar la producción de especies reactivas de oxígeno, que son moléculas altamente reactivas que pueden dañar las proteínas, lípidos y ácidos nucleicos en las células de las plantas. Además, el calor excesivo puede aumentar la tasa de evaporación del agua de las plantas, lo que puede llevar a la deshidratación y, en última instancia, a la muerte de la planta.

Además, las plantas pueden ajustar la tasa de transpiración para regular su temperatura interna. En condiciones de calor, cierran los estomas para reducir la pérdida de agua y conservar la hidratación. Al mismo tiempo, aumentan la producción de compuestos protectores y enzimas para sobrevivir al calor extremo.

Por otro lado, las bajas temperaturas también pueden ser perjudiciales para las plantas. El frío extremo puede congelar el agua presente en las células de las plantas, lo que causa daño físico a los tejidos. Esto puede acabar en la ruptura de las membranas celulares y la interrupción de las funciones metabólicas esenciales. Algunas plantas tienen adaptaciones específicas para tolerar las bajas temperaturas, como la producción de proteínas anticongelantes o la acumulación de compuestos protectores en sus tejidos.

Las plantas han desarrollado mecanismos fisiológicos para adaptarse al calor y al frío. Por ejemplo, en respuesta al estrés térmico, las plantas pueden producir proteínas de choque térmico, que actúan como chaperonas moleculares y y estas ayudan a proteger otras proteínas del daño que se pueda causar.

Además, algunas plantas pueden cerrar los estomas de sus hojas durante períodos de calor intenso para reducir la pérdida de agua por transpiración.

En condiciones de frío, las plantas pueden aumentar la síntesis de sustancias crioprotectoras, como azúcares y polioles, que ayudan a evitar la congelación de las células. También pueden ajustar su contenido de lípidos en las membranas celulares para mantener la fluidez y prevenir daños por congelación.




En resumen,

El calor y la temperatura desempeñan un papel crucial en el desarrollo de las plantas. Tanto el calor extremo como el frío pueden afectar negativamente a las plantas, causando daño celular y alterando las funciones metabólicas de la planta.

Sin embargo, las plantas han desarrollado adaptaciones fisiológicas para hacer frente a estos desafíos ambientales, lo que les permite sobrevivir y crecer en una amplia gama de condiciones térmicas.

Su capacidad para ajustar su estructura celular, regular la transpiración y producir compuestos protectores les permite adaptarse a las fluctuaciones de temperatura y maximizar su supervivencia y crecimiento.


Conclusión,

El calor y la temperatura desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las plantas. Tanto el calor extremo como el frío intenso pueden afectar negativamente la fotosíntesis, el crecimiento y la supervivencia de las plantas.

Sin embargo, a lo largo de la evolución, las plantas han desarrollado mecanismos para poder adaptarse y combatir a estas condiciones extremas.

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